domingo, 13 de junio de 2010

Arte Barroco

México cuenta con un gran acervo cultural de arte barroco, almacenado en cada una de las ciudades colonizadas en el siglo XVI de los estados de Hidalgo, Querétaro, Morelos y Oaxaca, entre otros. En ellas se guarda gran parte de los detalles que identifican esta época tan importante en la historia del país.

El barroco no es simplemente un estilo arquitectónico, sino una forma de vida propia de los mexicanos que, en cada decorado, en cada figura representada y exaltada con bellos y brillantes colores, simboliza su deseo de ver reflejados sus pensamientos, valores y creencias en los principales recintos de sus ciudades.

La plaza central de la capital del país es el máximo ejemplo del arte barroco del siglo XVII; en ella que se construyeron piezas invaluables que han perdurado a pesar del tiempo. Tal es el caso de la Catedral, que contiene detalles suspendidos en los frisos, pinturas en los retablos con los personajes y figuras más importantes de entonces.

En aquellos tiempos y en la actualidad, el mexicano ha aceptado lo que se le ha impuesto y lo ha transformado para hacerlo suyo. Lo proveniente de otras culturas no representaba más que la oportunidad para hacer variaciones lúdicas en los modelos tomados o retomados por manos nacionales.

En las obras de arte barroco creadas entonces y apreciadas ahora, se hace presente es el color, el movimiento, la idea de lo celestial y lo infernal, el gusto por el adorno, el brillo y la apariencia.

El barroco no se puede entender cabalmente si se excluye a los artífices que intervinieron en la construcción de iglesias, monasterios y palacios, así como los muebles y objetos de uso cotidiano que igualmente representan la vida de esa época.

Los retablos, frisos, estatuillas, pinturas y cualquier tipo de arte barroco resguardado en los principales altares de la cultura mexicana fueron elaborados por manos mexicanas, independientemente de la influencia española ejercida con su intervención en las comunidades indias.

Los pueblos conservaron sus manos y el poder de su imaginación creadora, por lo que hoy es parte de su patrimonio, uno de los más variados artes populares del mundo conformado por ángeles de todo tipo, imágenes de santos o personajes religiosos que ejercían algún tipo de influencia sobre ellos.

El nivel de excelencia que los artistas implementaron en cada pieza barroca, ha llamado la atención de extranjeros que han venido a México para corroborar el arte creado siglos atrás, testimonio de uno de los periodos más importantes y significativos de la historia en América Latina.

ARTES PLÁSTICAS

El sistema conceptual y estructural del barroco constituyó a lo largo de todo el siglo XVII, y en especial en la segunda mitad, una línea de pensamiento que se junto prácticamente todas las actividades vinculadas con la cultura y el arte en la Nueva España. Floreció en este siglo ya que fue el de mayor solidez política y económica del virreinato, una vez concluida la conquista espiritual y material. No sólo las bellas artes tuvieron un florecimiento único, también las llamadas artes menores o suntuarias como la platería y la cerámica.

Los artistas del Barroco quisieron impresionar al espectador con obras de arte: se dirigieron a los sentidos y a la imaginación. La ilusión de enormes espacios, las proposiciones colosales y la grandiosidad, sumados a los materiales empleados (piedra, mármol, pintura, oro y estuco), produjeron la sensación buscada. Expresividad y movimiento logrado por medio de la composición en diagonal, la teatralidad en los gestos, el movimiento de los ropajes que se proyectan hacia el exterior y se pliegan como movidos por el viento. Intentan esculpir la figura en el momento de la acción como si fuera una instantánea.

Desarrollo de los valores pictóricos y del naturalismo, tratando las superficies de modos diversos para reproducir las calidades de las cosas de la forma más exacta posible.

Italia dio a luz al Barroco; este irradio desde allí al resto de Europa y desde allí a toda Hispanoamérica, llegando a México.

PINTURA

Las obras eclesiásticas eran, evidentemente las más importantes, no sólo por sus dimensiones sino porque tenían mayor apoyo, sobre todo gracias a las clases más poderosas económicamente.

Los primeros artistas que destacan en México son europeos: Peyrens, Andrés de la Concha y Baltazar Echave. Sus obras son de tendencia religiosa. Y por esto los primeros pintores barrocos nacidos en México son hijos de los anteriores y, como ellos, pintan la vida de los santos, que es una clara característica del Barroco. Posteriormente, Velasco, Villalpando y Correa, incursionan en los mismos temas. Su estilo es claramente barroco y simbólico.

Entre los pintores más importantes del XVII podemos citar a Baltasar Echave Rioja, seguidor de Murillo y Rubens y que pintó, por sólo citar un par de sus obras el Martirio de san Pedro de Arbués que le solicitó el Santo Oficio y los Tributos de la Eucaristía, la Fe y la Iglesia. José de Juárez ( de la primera mitad), fue otro de los artistas de gran notoriedad en aquel periodo.

Juan Correa, trabajó intensamente de 1671 a 1716 y alcanzó gran prestigio y fama por la calidad de su dibujo y la dimensión de algunas de sus obras. Entre las más conocidos: Apocalipsis en la Catedral de México, La conversión de Santa María Magdalena, hoy en la Pinacoteca Virreinal y Santa Catarina y Adán y Eva arrojados del paraíso este último en el Museo del Virreinato de Tepoztlán.

Cristóbal de Villalpando, considerado el pintor más representativo de la segunda mitad del siglo XVII novó hispano y que, como muchos artistas de su época trabajó más para la iglesia que para particulares o instituciones y trabajó tanto en pequeño como en gran formato. Algunas de sus obras son La apoteosis de San Miguel, Los desposorios de la Virgen y La huida a Egipto, todos ellos representativos de la calidad de la pintura barroca en la Nueva España.

Otros pintores novó hispanos importantes de este siglo fueron son Rodrigo de la Piedra, Antonio de Santander, Bernardino Polo, Juan de Villalobos, Juan Salguero y Juan de Herrera.

Podemos encontrar en la actualidad algunas pinturas barrocas, en lugares como:

La colección Banamex (Mty.) Y el templo de la Compañía de Jesús (Gto.):

San Cristóbal (José Rodríguez) Arzobispo A. Lorenzana (Miguel Cabrera) María Magdalena (Juan Tinoco) Cuadro con concha nácar (Miguel González) Las Batallas de Alejandro Magno (Juan Patricio Matete Ruiz) Sor Juana Inés de la Cruz Inmaculada (José de Ibarra) Benditas ánimas del Purgatorio (Patricio Matete)

Juan Correa

Nació en el año de 1646 en la Ciudad de México. Tuvo una gran participación en la obra de retablos como: en 1678, dos colaterales en la iglesia de San Pedro y San Pablo, uno, en el que se encuentra asociado al maestro Tomás Xuárez, maestro de arquitecto ensamblador, y el dorador Alonso de Jerez, y otro, que realiza al lado de Juan Montero, ensamblador y Andrés de Fuentes, dorador. En ese mismo año contrata la pintura de un retablo destinado para la iglesia de Jocotitlán, con Xuárez y Jerez. En 1681, es mencionado, junto con Baltazar de Echave y Rioja y Juan Sánchez Salmerón, como uno de los probables autores de las telas que llevaría el retablo mayor de Tepotzotlán, el cual sería fabricado por Juan Montero.

Con Manuel de Nava, ensamblador, participa en la obra del retablo de la parroquia de la Santa Veracruz en la ciudad de México en 1709. El catálogo de su obra pictórica es inmenso. Tan sólo las pinturas de la sacristía de la Catedral de México bastarían para acreditarlo como uno de los pintores más destacados que hubo en nuestro país en el último tercio del siglo XVII y primero del XVIII. Miguel Correa, figura como "oficial del arte de pintor", en el testamento de su padre, y como originario y natural de la ciudad de México, hijo de Juan Correa, "maestro que fue del dicho arte de pintor", y de Úrsula de Moya, según lo declara en su propio testamento, fechado en 27 de febrero de 1720. Por esto es reconocido como una de los pintores más representativos del barroco.

ARQUITECTURA

Más o menos hacia mediados del siglo XVII, se comenzaron a manifestar renovadores cambios en la arquitectura de la ciudad de México. Obedeciendo a una tendencia de carácter universal, se produjo una tensión entre los arquitectos conservadores y los de vanguardia de aquella época; esto es, entre quienes todavía consideraban válida y vigente la arquitectura manierista y entre aquellos que, buscando una mayor riqueza de expresión, comenzaron a desarrollar y a incorporar en sus obras los nuevos elementos barrocos prefigurados en la poesía de la época.

Cuando finalmente parecía que en Nueva España se abandonaban los ejemplos inspirados en la antigüedad grecolatina, que había importado la corriente renacentista y de cierta manera se buscó dar expresión plástica a los anhelos libertarios de los criollos, a través de ella. Fue por eso que la arquitectura barroca europea fue modelo de la novó hispana a lo largo del siglo XVII.

En un principio el barroco en la arquitectura tuvo en México condiciones de la más moderna vanguardia, por eso no se adoptó inmediatamente en las obras que ya habían empezado a construirse como en el caso de las catedrales: las de México, Puebla, Oaxaca, Pátzcuaro y San Cristóbal de las Casas y Guadalajara, fueron un ejemplo de esto aunque, por supuesto, cuando estuvieron terminadas se le agregaron detalles del estilo que estaba en boga. En este sentido, algunos historiadores consideran que, por ejemplo, con las portadas de las naves laterales y la portada principal son el principio del barroco salomónico en México.

Es así como en este siglo se inicia la producción importante de la arquitectura barroca. Durante este período, hasta cuyo inicio la arquitectura se expresara de una manera más bien sobria, con tendencias clasicistas arraigadas en el barroco español, el nuevo estilo adquiere madurez; llegando finalmente, en el siglo XVIII, hasta su máxima expresión en las formas del churrigueresco. Desprendiéndose del refinado culteranismo de la poesía que le fue contemporánea, el arte barroco en la arquitectura, la escultura, el labrado de maderas y la orfebrería nunca pretendió ser entendido por la razón ni por la inteligencia, sino por los sentidos; buscando fuertes efectos emocionales en el espectador.

En el barroco mexicano surge la voluntaria alteración en las proporciones de los elementos arquitectónicos; la multiplicación y realce de las formas en los arcos, la incorporación en los frontones de abundantes, irregulares y realzadas molduras. La columna se convierte en pilastra exuberantemente ornamentada; se decoran todos los entrepaños; las líneas se rompen hasta el infinito, y la talla y la escultura se convierten en elementos decorativos definitorios de la fábrica de los edificios.

La arquitectura religiosa y civil de nuestra capital siguió los cambios favorecidos por la prosperidad creciente del virreinato. Los conventos y mayorazgos criollos tuvieron residencias cada vez más ostentosas, las fortalezas se convirtieron en grandes palacios, los que lucían desde la fachada los escudos y armas de sus propietarios para revelar su riqueza y su importancia.

En la Nueva España, pues, se exploraron nuevas opciones compositivas. De esta época datan inmensa cantidad de construcciones como la portada original del Templo de Santa Trinidad, la iglesia de Santa Clara y la reconstrucción de San Agustín.

Entre los constructores que contribuyeron a caracterizar la primera mitad del siglo XVII destaca fraile Andrés de San Miguel, hermano lego de los carmelitas descalzos: él construyó el conjunto del Desierto de los Leones en Cuajimalpa, el colegio de San Ángel y los conventos de Querétaro, Salvatierra y San Sebastián, por ejemplo.

En este siglo, el XVII, se fundaron también diez parroquias en la Ciudad de México: entre ellas, el sagrario, Santa Catarina, Santa Veracruz, Santiago Tlatelolco, Santa María la Redonda y San Francisco.

También se construyeron hospitales como el que fundó Zumárraga que después fue la Academia de San Carlos y el de San Antonio Abad y muchos conventos, como el de San Jerónimo, San Bernabé y el de San José de Gracia.

Típicas del barroco son las grandes volutas o aletas que sirven para ligar y unir armoniosamente dos puntos situados a diferente altura. Se colocan en las fachadas de las iglesias y también resuelve la relación entre la base amplia de una construcción y la de la cúpula más estrecha dando al edificio un perfil unitario y contrarrestando el empuje de la cúpula.

La decoración es exuberante, tanto en el interior como en el exterior de las construcciones. Los motivos son naturalistas. También se hace policroma combinando mármoles de distintos colores.

El espacio interior adquiere un carácter unitario en el que se combinan armoniosamente la arquitectura, la escultura y la pintura. En las iglesias ricos retablos adornan todas las capillas.

En el exterior el edificio se hace fachada y se concibe con el fin de incrementar la belleza de la calle o de la plaza. La decoración de estas fachadas se distribuye siguiendo un ritmo que se acentúa y concentra en el centro, así como los elementos salientes respecto al muro (pilares, columnas, frontones etc.) que también son reagrupados en el centro que domina sobre los lados.

Muchos estudiosos consideran que el siglo XVII virreinal fue un siglo esencialmente arquitectónico

En si podemos concluir que México fue la combinación de las dos Culturas que se fusionaron y dieron paso a la cultura del Mexicano, siendo una de las primeras corrientes culturales durante el virreinato; el barroco. Este al igual que en el resto del mundo estaba en movimiento paralelo con la iglesia, creando formas de arte relacionadas con textos bíblicos o sucesos considerados por la iglesia católica como importantes. El legado que nos ha dejado con las construcciones de Puebla, Tepozotlán entre otros son la clara combinación de dos razas orientadas por una corriente cultural.

En la música podemos ver que siguió los mismos pasos que Europa, aunque no encontremos compositores tan importantes como Bach, si podemos encontrar la música de órgano que dejaron en las iglesias. Al igual que en Europa las artes plásticas en general siguieron el mismo camino solo que en México obedeció a dos culturas que se fusionaron. Y como toda cultura, el barroco en México también tuvo su evolución a la par de México.

En lo que sí sé a de remarcarse es el importante conjunto de obras dejadas por Sor Juana Inés de la Cruz, Don Carlos de Sigüenza y Góngora entre otros que marcaron la pauta de una nueva forma de escribir. Para dar por terminado puedo concluir que la iglesia católica y la cultura barroca en México se llevaron de la mano para culminar con una cultura que característica hoy en día a nuestro país. En si en la mayoría de los aspectos que el barroco siguió en México fue la similitud con el Barroco de Italia y del resto de Europa, siguiendo una línea en común en donde la Iglesia y el estado eran las que regían el arte.

Por la importancia de esta época en la historia de México, se ha creado un museo del virreinato que se encuentra en Plaza Hidalgo número 99, Tepotzotlán, Estado de México, en este museo se pueden encontrar diferentes obras del barroco en México, así como una explicación de este.

Algunos artistas


juan correa






















sor juana inez de la cruz

1 comentario:

  1. este periodo se caracterizo mas por la iglesia católica, la mayoría de los cuadros su centro de atención es maría la virgen, o jesus el crucificado

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